sábado, 22 de noviembre de 2025

¿PUDIERA SER NECESARIA LA RESISTENCIA A LA AUTORIDAD?



El Papa, comúnmente, debe ser obedecido siempre. Cuando habla infaliblemente DEFINIENDO ex cathedra sus enseñanzas deben ser creídas con fe divina para permanecer católicos, pero eventualmente hablando como doctor privado no infalible pudiera llegar a sostener algún error doctrinal, también puede llegar a errar ocasionalmente al mandar algo contrario a la Tradición de la Iglesia, en tales casos la obediencia deja de ser obligatoria e incluso la resistencia sería necesaria, pues la Sagrada Escritura establece que SE DEBE obedecer a Dios antes que a los hombres.

Como sabemos una de las doctoras de la iglesia muy sonada es santa Catalina de Siena , ella corrigió al Papa, como más adelante veremos.

San Bruno, obispo de Segni, se opuso al Papa Pascual II que había cedido al emperador Enrique V en la cuestión de las investiduras, y le escribió: "Yo os estimo como a mi Padre y señor (...) debo amaros; pero debo amar más aun a Aquel que os creó a Vos y a mí (...) yo no alabo el pacto (firmado por el Papa) tan horrendo, tan violento, hecho con tanta traición, y tan contrario a toda piedad y religión".

En el sínodo provincial de 1112, con la asistencia y aprobación de San Hugo de Grenoble y San Godofredo de Amiens, se envió a Pascual II una carta, donde se lee: "Si como absolutamente no lo creemos, escogierais otra vía, y os negarais a confirmar las decisiones de nuestra paternidad, válganos Dios pues así nos estaréis apartando de vuestra obediencia".

San Norberto de Magdeburgo, fundador de los monjes canónigos premostratenses, ante el peligro que el Papa Inocencio II cediera al emperador Lotario III, en las investiduras, dijo: "Padre ¿qué vais a hacer? ¿A quien entregáis las ovejas que Dios os ha confiado, con riesgo de verlas devorar? Vos habéis recibido una Iglesia libre. ¿Vais a reducirla a la esclavitud? La Silla de Pedro exige la conducta de Pedro. He prometido por Cristo, la obediencia a Pedro y a Vos. Pero si dais derecho a esta petición, yo os hago oposición a la faz de toda la Iglesia".

Vitoria, el gran teólogo dominico del siglo XVI, escribe: "Si el Papa, con sus órdenes y sus actos, destruye la Iglesia, se le puede resistir e impedir la ejecución de sus mandatos".

Suárez afirma: "Si (el Papa) dictara una orden contraria a las buenas costumbre, no se le ha de obedecer; si tentara hacer algo manifiestamente opuesto a la justicia y al bien común, será licito resistirle; si atacara por la fuerza, por la fuerza podrá ser repelido" ("De Fide").

Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia, expresó: "Habiendo peligro próximo para la fe, los prelados deben ser argüidos, inclusive públicamente, por los súbditos. Así, San Pablo, que era súbdito de San Pedro, le arguyó públicamente". Gal II, 14. 

Como sabemos una de las doctoras de la Iglesia muy sonada es santa Catalina de Siena , ella corrigió al papa:  "Padre ¿qué vais a hacer? ¿A quien entregáis las ovejas que Dios os ha confiado, con riesgo de verlas devorar? Vos habéis recibido una Iglesia libre. ¿Vais a reducirla a la esclavitud? La Silla de Pedro exige la conducta de Pedro. He prometido por Cristo, la obediencia a Pedro y a Vos. Pero si dais derecho a esta petición, yo os hago oposición a la faz de toda la Iglesia".


viernes, 21 de noviembre de 2025

CUANDO LA “OPORTUNIDAD” SE VUELVE DOGMA: LA NOTA MATER POPULI FIDELIS Y LA PROTESTANTIZACIÓN SILENCIOSA DE LA MARIOLOGÍA


Por Óscar Méndez Oceguera

I. Roma habla: un documento breve, un movimiento profundo

El 4 de noviembre de 2025 el Dicasterio para la Doctrina de la Fe publicó la Nota doctrinal sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación, conocida ya por su subtítulo: Mater Populi fidelis. El texto, firmado por el prefecto y su secretario, y expresamente aprobado por el Papa, pretende fijar “criterios” sobre el uso de ciertos títulos marianos, en particular dos que han marcado la teología y la piedad de los últimos siglos: Corredentora y Mediadora de todas las gracias.

En su faz amable, el documento insiste en la maternidad espiritual de la Virgen, fomenta expresiones como “Madre del pueblo fiel”, “Madre de la Iglesia”, “Madre de la gracia”, y ofrece una panorámica bíblica general sobre su presencia en la historia de la salvación. Pero el núcleo real de la Nota se condensa en unas pocas afirmaciones:

• Que el título “Corredentora” es “siempre inoportuno” para expresar la cooperación de María en la obra de la salvación, pues podría “oscurecer la única mediación salvífica de Cristo” y crear “desequilibrios” en la presentación de la fe.

• Que el título “Mediadora”, aunque presente en la tradición, debe entenderse solo en un sentido muy amplio y subordinado, evitando fórmulas como “Mediadora de todas las gracias”, consideradas hoy “ambiguas” o teológicamente problemáticas.

No estamos ante una mera nota de pie de página. En la práctica, un dicasterio romano, con la firma pontificia, pide a la Iglesia que retire del vocabulario vivo dos nombres que, durante generaciones, han sido pronunciados sin rubor por santos, doctores, papas, predicadores y fieles: María Corredentora, Mediadora de todas las gracias. No se los declara heréticos; se los declara “inoportunos”. Es un matiz que, leído con calma, revela un desplazamiento más serio de lo que su brevedad dejaría suponer.

II. El nuevo criterio: de la verdad a la “oportunidad de comunicar”

La Nota se presenta como un ejercicio de equilibrio: pretende superar, dice, los “maximalismos” marianos y los “minimalismos” fríos, proponiendo un “justo medio” que conservaría lo esencial y evitaría excesos. Se apela una y otra vez a la pastoralidad del lenguaje, a la necesidad de ser comprensibles, a la preocupación ecuménica y a la armonía de las verdades.

Nada de eso sería problemático si el criterio último siguiera siendo el de siempre: la fidelidad a la Tradición viva de la Iglesia, tal como se expresa en los Padres, en los Doctores y en el magisterio preconciliar. Lo llamativo es que el metro de medida que se deja entrever no es éste, sino otro: la “oportunidad de comunicar” en un contexto marcado por cinco siglos de crítica protestante a la mariología católica.

El documento no demuestra que llamar a María Corredentora sea teológicamente falso; sostiene que es “siempre inoportuno”. No prueba que la expresión “Mediadora de todas las gracias” contradiga un dogma definido; sugiere que su uso puede “confundir”. El criterio deja de ser, así, la coherencia con lo que enseñaron san Alfonso, san Bernardo, san Ildefonso, san Pío X, Benedicto XV o Pío XII, para convertirse en algo mucho más movedizo: qué resulta soportable para la sensibilidad religiosa hoy dominante, moldeada por una cultura donde la figura de María ha sido sistemáticamente reducida.

Ahí se ve el punto delicado: lo que durante siglos fue reproche externo —“los católicos exageran con María y oscurecen a Cristo”— se convierte hoy en autocensura interna. El discurso oficial de la Iglesia comienza a revisarse no desde la plenitud de su propia fe, sino desde la incomodidad del interlocutor protestante. En lugar de proponer la verdad recibida con paciencia y claridad, se tiende a rebajarla para que no choque demasiado. La mariología se reescribe a la baja para no parecer “demasiado católica”.

Es precisamente ahí donde cabe hablar, sin estridencias, de una protestantización silenciosa: ya no hace falta negar doctrinas de frente; basta con declararlas “inoportunas” y empujarlas hacia los márgenes hasta que, por desuso, se desvanezcan.

III. San Alfonso María de Ligorio: la voz del Doctor que recoge a toda la Iglesia

Frente a este nuevo criterio el católico de buena memoria tiene el deber de preguntar: ¿qué ha dicho, durante siglos, la Iglesia sobre la cooperación de María en la Redención y sobre su mediación en la gracia? Una de las voces más autorizadas para responder no es la de un teólogo “maximalista” contemporáneo, sino la de un Doctor de la Iglesia: san Alfonso María de Ligorio.

San Alfonso no habla en nombre de una devoción particular, sino desde el corazón mismo de la tradición católica. Sus páginas sobre la Virgen no son arrebatos sentimentales, sino síntesis ordenadas de la vox Ecclesiae. Al tratar del papel de María en la salvación, recoge primero a Santo Tomás —el Aquinate— para recordar que los santos, dotados de abundante gracia, pueden cooperar a la salvación de muchos; y añade algo decisivo: la Santísima Virgen “mereció tanta gracia que puede salvar a todos”. Es decir, la amplitud de su cooperación no es puntual, sino universal.

Citando a san Bernardo, san Alfonso resume la intuición central de toda la mariología clásica:

"Dios puso en María la plenitud de todo bien, de modo que, si esperamos gracia y salvación, debemos reconocer que proceden de su sobreabundancia; tal es la voluntad de Aquel que quiso que todo lo tuviéramos por medio de María".

Esta frase, aparentemente simple, condensa una arquitectura teológica compleja. En ella convergen: la lectura tradicional de la Escritura, que ve en la Sabiduría y en la Mujer del Génesis figuras de la Virgen; la experiencia litúrgica de la Iglesia, que se dirige a María como “vida, dulzura y esperanza nuestra”; y la reflexión escolástica sobre las causas instrumentales, capaces de comunicar efectos que proceden en primer lugar sólo de Dios.

San Alfonso no se limita a sus propias intuiciones. Si algo caracteriza su estilo es la capacidad de convocar un coro. En pocas páginas, al hablar de la mediación mariana, hace desfilar a san Efrén, san Ildefonso, san Pedro Damián, san Bernardo, san Juan Damasceno, san Germán, san Anselmo, san Antonino y otros autores graves. Todos coinciden, con matices, en la misma idea: que nuestra esperanza de salvación no mengua, sino que crece, cuando reconocemos que las gracias de Dios nos llegan por mediación de la Madre.

Cuando la Nota actual insinúa que la afirmación de una Mediación universal mariana es teológicamente “peligrosa”, está desautorizando en bloque a un Doctor de la Iglesia y a la tradición que éste resume.

IV. San Luis María Grignion de Montfort: El profeta contra los "escrúpulos" modernos

Si San Alfonso María de Ligorio nos da la certeza moral y canónica, San Luis María Grignion de Montfort nos da la clave del corazón de Dios. Omitir su figura en el debate actual es un silencio atronador, pues nadie como él explicó por qué Dios, siendo Todopoderoso, insiste en servirse de María.

Su "Tratado de la Verdadera Devoción" no es un libro de sentimientos piadosos; es un tratado de lógica divina que responde, con tres siglos de adelanto, a los miedos y cautelas de la Nota Mater Populi fidelis.

 No es "oportunidad", es el diseño del Arquitecto

La Nota vaticana sugiere que los títulos de Corredentora o Mediadora son hoy "inoportunos", como si fueran un adorno pasado de moda que se puede quitar para no molestar. Montfort responde con una verdad de granito: Dios no cambia de estrategia a mitad de camino.

El argumento es sencillo y profundo: Dios Padre pudo haber creado el mundo y salvado al hombre sin María; no tenía una necesidad absoluta de Ella. Pero, habiendo decidido encarnarse, quiso necesitarla. Es una elección libre y soberana de Dios. Montfort sentencia: "Así como Él vino al mundo por medio de la Santísima Virgen, también por medio de Ella debe reinar en el mundo".

Si la entrada de Cristo en la historia (la Encarnación) dependió del "Sí" y de la carne de María, la continuación de su obra (la distribución de la gracia) sigue el mismo camino. Dios es un Arquitecto coherente: no construye la puerta principal para luego obligarnos a entrar por la ventana. Negar hoy la mediación de María no es "modernizar" la fe; es pretender corregir el plano que Dios mismo dibujó.

El miedo a "darle demasiado": los falsos devotos

Es estremecedor leer a Montfort hoy, porque describe con precisión quirúrgica la mentalidad que parece haber inspirado el documento actual. Él habla de los "devotos escrupulosos": personas que tienen miedo de deshonrar al Hijo si honran demasiado a la Madre.

Son los que preguntan: "¿Por qué tanta María? ¿No basta con Jesucristo? ¿No es esto un obstáculo?". A este temor, que hoy se presenta como prudencia pastoral, Montfort responde con una imagen preciosa y clarificadora: María no es un muro que tapa el sol, sino un eco y un espejo.

"Cuando tú dices María, ella dice Dios. Cuando tú alabas a María, ella alaba a Dios".

Un espejo no roba la luz, la refleja. Un eco no crea la voz, la repite y amplifica. Lejos de oscurecer la mediación única de Cristo, la mediación de María la confirma y la facilita. Quitar el eco no hace que la Voz se oiga más fuerte; hace que el sonido se pierda en el vacío.

El Espíritu Santo y su Esposa inseparable

Hay un punto final que despeja cualquier confusión sobre la "Mediadora de todas las gracias". Montfort nos recuerda que la obra de santificación es tarea del Espíritu Santo, pero que el Espíritu ha decidido no actuar sin su Esposa, María.

No es que el Espíritu Santo sea débil; es que es fiel a su propio Amor. Decir que María es Mediadora de las gracias no significa que Ella sea la dueña del tesoro (que es Dios), sino que es la tesorera elegida por el Rey. Negar este título bajo el pretexto de "cuidar la fe" es ignorar la profunda unión que existe entre el Espíritu de Dios y la Virgen.

Frente a la complejidad de una teología de oficina que pone trabas, Montfort ofrece la experiencia de los santos: María es el camino fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a Cristo. Rechazar la mediación universal de María no es prudencia; es una especie de orgullo inconsciente, como quien rechaza la mano que se le tiende para ayudarle a subir la montaña.

V. De Pío IX a Pío XII: un siglo de papas en la misma dirección

San Alfonso y San Luis María no están solos. El siglo que va de la definición de la Inmaculada Concepción (1854) a la de la Asunción (1950) está marcado por un extraordinario desarrollo mariológico en el magisterio pontificio. Basta seguir una línea de nombres: Pío IX, León XIII, san Pío X, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII.

Pío IX, en Ineffabilis Deus, presenta a la Virgen unida “con vínculo apretadísimo e indisoluble” al Hijo y participando con Él en la lucha contra la serpiente. No usa aún la palabra “Corredentora”, pero describe claramente a María como asociada al combate redentor, aplastando la cabeza del enemigo con su pie inmaculado.

León XIII da pasos más largos. En sus encíclicas sobre el Rosario habla de la Virgen “asociada a la obra de la salvación del género humano”, recordando cómo ofreció voluntariamente a su Hijo en el Calvario y “murió en su corazón” con Él. En Adjutricem populi une explícitamente dos aspectos que la Nota de hoy tiende a separar: llama a María “cooperadora de la redención humana” y, al mismo tiempo, la presenta como “dispensadora de la gracia que fluye de esa redención”. Es decir: no sólo está asociada a la adquisición de la gracia; también a su distribución.

San Pío X, en Ad diem illum, profundiza esta línea. Señala que, por la comunión de voluntad y de dolores entre Cristo y María, la Virgen “mereció convertirse con toda legitimidad en reparadora del orbe perdido” y, por tanto, en “dispensadora de todos los bienes que Jesús nos ganó con su muerte y su sangre”. Bajo su pontificado, el Santo Oficio elogiará la costumbre de llamar a María “nuestra Corredentora” y concederá indulgencias a la recitación de una plegaria donde se la invoca con ese título. No era, por tanto, un término sospechoso; era un término aprobado y alentado oficialmente.

Benedicto XV, en la carta Inter Sodalicia, llega a decir que la Virgen, asociándose a la Pasión, “sufrió como si ella misma hubiera muerto” y que, “hasta donde de Ella dependía, inmoló a su Hijo para apaciguar la justicia divina, de modo que se puede decir con razón que, junto con Él, redimió al género humano”. A la vez, afirma que las gracias que proceden del tesoro de la Redención “nos llegan, por así decir, de las manos de la Virgen dolorosa”. Es difícil encontrar una formulación más clara de Corredención y Mediación universal.

Pío XI será el primero en emplear el título de Corredentora en labios del propio Papa, refiriéndose a María como “corredentora nuestra y asociada a los dolores de Cristo”, y justificando ese nombre con una frase de una lógica aplastante: “por la naturaleza de su obra, el Redentor debió asociar a su Madre a su obra. Por eso la llamamos Corredentora”.

Finalmente, Pío XII, en Mystici Corporis y Ad Caeli Reginam, insiste en que María estuvo “estrechamente asociada” a Cristo en la Redención, cooperando de modo singular a nuestra salvación. Aunque evita el término “Corredentora”, la realidad que éste expresa está por completo asumida.

Este breve recorrido muestra algo evidente: lejos de ser un “invento devocional marginal”, la idea de María como cooperadora de la Redención y Mediadora de las gracias ha sido promovida por el magisterio pontificio como parte de una línea continua. Cuando Mater Populi fidelis pide que se abandone el término Corredentora y se sospeche de la Mediación universal, no corrige un exceso aislado; se coloca en tensión con todo un siglo de doctrina papal.

VI. Sangre y Encarnación: el argumento biológico inverso

En este contexto, una de las objeciones más repetidas hoy —también en ambientes que se presentan como muy “fieles” a Roma— es la de la sangre: “solo la sangre de Cristo salva”, se dice; “ningún otro sufrimiento, ni siquiera el de María, puede entrar en la causalidad de la Redención”. Con ello se pretende proteger la unicidad del sacrificio del Hijo, pero a costa de caer en un reduccionismo peligroso.

La primera respuesta, como ya se ha dicho, es recordar que la eficacia redentora no reside en la sangre como materia, sino en la persona que la derrama: el Verbo encarnado, ofreciendo su vida al Padre en un acto de amor obediente. La sangre es redentora en cuanto signo sacrificial de ese acto único.

Pero incluso aceptando, por un momento, ese lenguaje simplificado de “solo la sangre”, surge una pregunta que no se puede eludir: ¿de quién es esa sangre? La humanidad de Cristo no procede de una mezcla de padre y madre; procede, por voluntad divina, solo de la Virgen. No hay padre biológico humano. La carne y la sangre con las que el Hijo se ofrece en el Calvario han sido tomadas, por milagro del Espíritu Santo, del seno de María.

La tradición no ha dudado en afirmarlo con palabras muy concretas: el cuerpo de Jesús fue formado del “purísimo sangre y carne” de la Virgen. Esto significa que la sangre derramada en el Calvario es, en cuanto humana, sangre recibida de María. Por eso su cooperación al sacrificio no es sólo moral, sino también, en cierto sentido, física: ella ha dado la materia misma del sacrificio.

Si alguien insiste en que “solo la sangre salva”, la respuesta, profundamente católica, es ésta: sí, pero la sangre que salva es sangre mariana en su origen humano. Sin el “fiat” de la Anunciación, sin la decisión libre de esa Mujer y sin su aportación biológica única, no habría habido humanidad que ofrecer ni sangre que derramar. Ningún apóstol, ningún mártir puede decir lo mismo.

Esta verdad no relega a Cristo; lo ensalza. Muestra hasta qué punto quiso hacer depender su obra de la cooperación de su Madre, sin necesidad, pero por amor. Desligar la cruz de la Encarnación —y, por tanto, de María— en nombre de un mal entendido “solo la sangre” es, en el fondo, deshacer el propio tejido del misterio cristiano.

VII. Recapitulación: Adán y Eva, Cristo y María

Más antigua aún que las formulaciones de san Alfonso o de Pío XI es la intuición de un Padre del siglo II, Ireneo de Lyon, para quien la historia de la salvación se despliega como una recapitulación: Dios rehace, en Cristo, todo lo que Adán deshizo. Y en esa reescritura, la mujer está siempre en el cuadro.

Ireneo ve dos pares en tensión y simetría:

• El primer Adán y la primera mujer, cuya desobediencia abre la puerta al pecado y a la muerte.

• El Nuevo Adán y la Nueva Eva, cuya obediencia abre la puerta a la gracia y a la vida.

“El nudo de la desobediencia de Eva —dice Ireneo— fue desatado por la obediencia de María”. El cristianismo primitivo no concibe la Redención como un acto individual aislado, sino como un drama donde una mujer coopera real y libremente con el Hombre-Dios. Sin esa colaboración, la economía de la salvación pierde su simetría profunda.

La Corredención mariana, entendida como cooperación subordinada pero verdadera a la obra redentora de Cristo, no es, pues, un invento tardío. Está prefigurada en esta tipología Adán/Eva – Cristo/María, que constituye uno de los cimientos más antiguos de la teología cristiana. Arrancar hoy a María de esa ecuación es debilitar la misma lógica con la que los Padres leían la Escritura.

Por eso, cuando la Nota actual sugiere que las expresiones fuertes sobre la cooperación de María son “exageraciones” posteriores, conviene recordar que el cristianismo nació ya con la conciencia clara de que la mujer llamada “bendita entre todas” no era un decorado devocional, sino una pieza estructural del plan de Dios.

VIII. Redención objetiva y redención subjetiva: quién adquiere, quién distribuye

Otro malentendido recurrente, que alimenta temores injustificados, consiste en confundir la Redención objetiva con la Redención subjetiva.

La primera es el acto único por el cual Cristo, mediante su pasión y muerte, satisface plenamente, reconcilia al género humano con el Padre y abre las puertas de la gracia. Ese acto es obra exclusiva del Verbo encarnado; sólo Él, en cuanto Dios y hombre, podía pagar la deuda del pecado de manera condigna. Ninguna criatura —ni siquiera María— puede ponerse en ese plano.

La segunda se refiere a la aplicación histórica de esos méritos infinitos a cada alma concreta: a cómo la gracia, adquirida de una vez para siempre, llega a los hombres en el tiempo, por medio de los sacramentos, de la predicación, de los acontecimientos providenciales, de la intercesión de los santos. En este nivel, Dios ha querido asociar a muchas criaturas —comenzando por los apóstoles y por la Iglesia entera— como instrumentos reales.

Es en este plano donde la tradición sitúa de modo eminente a María como Mediadora de todas las gracias. Cristo es el único Redentor objetivo; pero en la distribución de los frutos de su sacrificio, Él mismo ha querido servirse de caminos ordinarios, y el más eminente de esos caminos es la mediación de su Madre. Nada se le quita a Cristo al reconocerlo; al contrario: se proclama que su omnipotencia es tan grande que puede compartir la eficacia distributiva de su obra sin perder un ápice de gloria.

Quien acusa a la Mediación universal mariana de “robar” algo a Cristo suele cometer, sin advertirlo, un error de planos: atribuye a María la adquisición principal del mérito —que nadie le atribuye— y, a partir de esa caricatura, se escandaliza. Pero los santos y los papas han hablado con mucha más precisión: Cristo es la fuente única; María es el cauce querido por Dios para que el agua llegue a los campos. Quitar el cauce no aumenta la gloria de la fuente; deja, más bien, a la tierra reseca.

IX. Magisterio, rango y resistencia filial

Llegados aquí, la pregunta ya no es solo teológica, sino eclesial: ¿qué pesa más, en conciencia, para un católico fiel? ¿La enseñanza reiterada de santos, doctores y papas a lo largo de siglos, o una Nota de dicasterio de carácter prudencial y pastoral, nacida bajo la sombra del ecumenismo contemporáneo?

Lo que san Alfonso, san Luis María, san Bernardo, los Padres sobre la Nueva Eva y los papas de Pío IX a Pío XII han enseñado constituye un tejido doctrinal sólido, que el pueblo cristiano ha respirado durante generaciones. No todo ha sido definido solemnemente ex cathedra, pero no por eso deja de formar parte de ese magisterio ordinario universal que marca la dirección de la fe. La Iglesia no vive sólo de definiciones aisladas, sino de la continuidad de su enseñanza viva.

Mater Populi fidelis, en cambio, es un documento breve de la Curia romana, anclado en un momento histórico concreto, que no desarrolla la mariología preconciliar, sino que la recorta por motivos de “oportunidad”. No estamos ante un dogma que viniera a corregir un error anterior, sino ante una indicación que invita, en la práctica, a silenciar títulos y conceptos que el propio magisterio anterior había legitimado y promovido.

En esa situación, la verdadera obediencia no consiste en aplaudir sin discernimiento cada gesto de una oficina, sino en permanecer fieles a la Tradición. Se puede acoger con respeto lo que el documento recuerde de verdadero —la unicidad de la mediación de Cristo—, pero no se está obligado a renegar de la Corredención y de la Mediación universal como si fuesen excesos, cuando la Iglesia de siempre las ha considerado tesoros. Negarse a esa renuncia no es desobedecer al Papa; es no desobedecer a todos los Papas y santos que le precedieron.

La resistencia que aquí se pide no es la del grito, sino la de la perseverancia silenciosa: seguir enseñando, predicando y rezando según la fe de siempre, incluso si el clima oficial mira con recelo ese lenguaje.

X. El verdadero nombre de la oportunidad

Al final, la cuestión no es si conviene llamar a María Corredentora o Mediadora de todas las gracias “en este momento”, como si la verdad fuese un producto de marketing que se ajusta a encuestas. La cuestión es si estamos dispuestos a dejar que la historia, la teología, la Escritura y la Tradición hablen con la libertad con que han hablado siempre, o si vamos a dejar que la sombra de la Reforma protestante dicte, por vía de complejos, los límites de nuestro amor a la Madre.

La única “oportunidad” verdaderamente católica es ésta: aprovechar el escándalo de la Nota para volver a las fuentes, dejar que san Alfonso, Montfort, Ireneo, Bernardo, Pío X, Benedicto XV, Pío XI y Pío XII nos recuerden lo que la Iglesia ha visto con tanta claridad. Volver a decir, sin miedo y sin estridencias, que la sangre derramada en el Calvario es sangre tomada de María; que el nudo de la historia se ató con una mujer y se desató con otra; que Cristo es tan Redentor que puede asociar a su Madre a la distribución de sus méritos sin empobrecerse; que la Virgen no es un borde decorativo de la cruz, sino la asociada única al sacrificio del Hijo, en el orden de la gracia.

Quien proclama esto no oscurece a Cristo. Simplemente se niega a aceptar que la mejor amiga del Niño de Belén y del Crucificado del Gólgota tenga que pedir perdón por ser quien es.

Quizá, en última instancia, el juicio sobre Mater Populi fidelis se resuma en la confrontación entre el temor de los hombres y la certeza de los santos. Frente a la timidez de una Nota que teme “desequilibrios”, se alza la voz de gigante de San Luis María Grignion de Montfort recordándonos que María no es un obstáculo para llegar a Jesús, sino el camino más corto y el espejo más limpio.

Entre la prudencia administrativa de quienes ven en estos títulos un problema ecuménico, y la audacia de quienes, como Montfort o San Alfonso, vieron en ellos la voluntad positiva de Dios, un católico sabe perfectamente dónde ponerse de rodillas: ante Aquel que quiso, desde toda la eternidad, que todo lo tuviéramos por medio de María.


miércoles, 19 de noviembre de 2025

José Antonio Ortega: “La aceptación y la normalización del pecado es intolerable en la Iglesia”


Recientemente se ha viralizado un vídeo en el que un joven de Sevilla increpa a un sacerdote dominico llamándolo traidor mientras presidía una Misa del colectivo LGTBI en la iglesia de Santa María la Real de la capital sevillana. Nos hemos puesto en contacto con el joven, que reflexiona sobre todo lo acontecido.

¿Podría describir brevemente en que circunstancias se produjeron los hechos?

La asociación “ICHTYS”, la cual organiza actos, talleres y misas de “acogida” a la comunidad LGTBIQ+ convocó una misa el pasado 15 de noviembre en la Iglesia de Santa María la Real. Esta misma Iglesia es la misma que una semana antes negaba las exequias a jóvenes víctimas del terrorismo comunista y socialista, lo cual va contra el Código de Derecho Canónico.

Un grupo de jóvenes descontentos del grupo Orate nos acercamos a la iglesia para ver exactamente de qué trataría la convocatoria (no ponía muy claro si era una misa, una charla…). Efectivamente, confirmando nuestras sospechas, se trataba de un acto de acogida a la comunidad LGTBIQ+, pero no con la intención de iluminarles bajo la luz de Cristo y su Evangelio así como de convertirles, sino con una clara intención de que se perpetúen en su pecado y sigan viviendo en el mismo de manera orgullosa.

Al descubrir que era una misa, los jóvenes pretendíamos actuar al finalizar la misma, pero dada la cantidad de abusos litúrgicos y el esperpento al que acontecíamos, en el turno de la Oración de los Fieles en el cual los feligreses podían compartir (con el beneplácito del sacerdote) peticiones personales (a cada cual más extensa y herética), decidí intervenir aprovechando esa ocasión y reprochar así al sacerdote su actitud desleal tanto a Cristo como a su ministerio. Por supuesto, no podíamos aguantar un segundo más ese bochorno y por eso se decidió actuar en ese momento (no esperando así al final de la misa) para posteriormente abandonar el templo.

¿Por qué denunció con contundencia la apología LGTBI que se hace desde algunos sectores de la Iglesia?

La aceptación y la normalización del pecado es intolerable en la Iglesia. ¿Alguien se imaginaría un altar envuelto con una bandera que apoye el aborto? Sinceramente, en cuanto me enteré de que se iba a celebrar ese acto o misa, no dudé un segundo en mis intenciones. Creo que la infiltración LGTB y de la Ideología de género, consecuencias de una iglesia cada vez más modernista, es uno de los principales problemas actuales que sufrimos y que deben ser acatados de inmediato. Solo tenemos que echar la vista al norte de Europa y ver a los obispos alemanes.

España, “martillo de herejes, cuna de San Ignacio, Luz de Trento…”, esa misma España, esa misma Iglesia española no puede verse prostituida ni vendida al Mundo y lo mundano por 30 monedas.

¿Por qué es esencial que los católicos reaccionen ante el blanqueamiento del pecado?

Cristo, dada la ocasión, no dudó ni un segundo en vociferar la Verdad, en sacar el látigo y emplearlo en el Templo contra todos los judíos que lo penetraban. Es la actitud que todo católico debería tener ante estos bochornos y barbaridades. Si alguno piensa que en estos casos toca dialogar y resolver de manera pacífica y democrática… se ha equivocado de religión. Nuestra religión se defiende con la espada y un Rosario en la mano, no con el catolicismo “hippie” que los modernistas nos quieren vender.

La misma actitud tuvieron los apóstoles, que, pese a ser perseguidos y amenazados de muerte por los judíos, siguieron predicando el Evangelio sin importar las consecuencias.

Tenemos una legión de santos y mártires a nuestras espaldas que observan impasiblemente nuestro actuar. Debemos estar a la altura, y eso tengan claro que no se consigue con tibieza e idioteces.

¿Esperaba tal repercusión de su denuncia y que se viralizase el vídeo?

Esperaba que saliese en algún periódico y que se hiciese viral por redes sociales, pero ni mucho menos que fuese a salir en telediarios, que me escribiesen de los canales generalistas de televisión para intervenir en directo (con los cuales por supuesto nos negamos a colaborar) y que ocupase titulares de decenas de periódicos de renombre a nivel nacional.

¿Ha recibido muchas muestras de apoyo?

Muchas: cientos y miles de muestras de apoyo tanto por redes como de manera personal. Muestras de apoyo por parte de amigos, conocidos y fieles y sacerdotes de todo el mundo que simplemente vieron el vídeo y se pusieron en contacto conmigo para trasmitirme la enhorabuena. Me llenan de esperanza esas muestras de apoyo y me hacen pensar que todavía queda algo de resistencia en la Iglesia… ahora solo queda que se actúe con contundencia, y a ser posible, que no seamos los laicos los que tengamos que enseñarle la sana doctrina a los curas y obispos.

Por contra, ¿ha soportado insultos y amenazas?

Al igual que halagos, también cientos y miles de insultos, amenazas, presiones sociales, mediáticas, etc. Como se pueden ustedes imaginar, me da absolutamente igual lo que digan dichas personas, especialmente porque: 1) no llevan razón; 2) llevan sin pisar una iglesia desde la Comunión.

¿Quiere añadir o aclarar algo?

Animo a todos los lectores, especialmente a los más jóvenes, a que den un paso y colaboren activamente con grupos como Orate que defienden la Tradición hispánica y de la Iglesia. También les animo a que den el paso y militen activamente en la organización patriota que más vean conveniente. ¿Qué les dirán a sus hijos que hacían cuando les pregunten qué hicieron mientras España, Europa y la Iglesia se pudría?

 

Por Javier Navascués

Fuente: InfoCatólica 

martes, 18 de noviembre de 2025

OFRECIMIENTO DE VIDA



Haz esta oración, ofreciéndole toda tu vida, sufrimiento y alegrías a Jesús por:

-La salvación de todos los miembros de tu familia (incluyéndote).
-Las almas de tus familiares que se encuentren en el Purgatorio.
-El arrepentimiento de los pecadores.
-Cubrir las penas que subsisten de los pecados personales ya confesados.

Debe realizarse en gracia santificante (sin haber pecado mortalmente después de la última Confesión bien hecha o tras un Acto de Contrición Perfecto -por amor a Dios- con intención de confesarse a la brevedad posible).

ORACIÓN DE OFRECIMIENTO DE VIDA (Dictada por Jesús y María Inmaculada a Sor María Natalia Magdolna).

Mi amable Jesús, delante de las Personas de la Santísima Trinidad, delante de Nuestra Madre del Cielo y toda la Corte celestial, ofrezco, según las intenciones de tu Corazón Eucarístico y las del Inmaculado Corazón de María Santísima, toda mi vida, todas mis santas Misas, Comuniones, buenas obras, sacrificios y sufrimientos, uniéndolos a los méritos de tu Santísima Sangre y tu muerte de cruz: para adorar a la Gloriosa Santísima Trinidad, para ofrecerle reparación por nuestras ofensas, por la unión de nuestra santa Madre Iglesia, por nuestros sacerdotes, por las buenas vocaciones sacerdotales y por todas las almas hasta el fin del mundo.
Recibe, Jesús mío, mi ofrecimiento de vida y concédeme gracia para perseverar en él fielmente hasta el fin de mi vida. Amén. 
 
Jaculatorias de arrepentimiento:

Jesús mío, ¡Te amo sobre todas las cosas!

Por amor a Ti, me arrepiento de todos mis pecados.

Me duelen también los pecados de todo el mundo.

¡Oh Amor misericordioso!, en unión con nuestra Madre Santísima y con su Corazón Inmaculado, Te suplico a Ti perdón de mis pecados y de todos los pecados de los hombres, mis hermanos, hasta el fin del mundo!

¡Mi amable Jesús!, en unión a los méritos de tus Sagradas Llagas, ofrezco mi vida al Eterno Padre, según las intenciones de la Virgen Santísima Dolorosa.        

¡Virgen María, Reina del Universo, Intercesora de la Humanidad y esperanza nuestra, ruega por nosotros!

                                      -oOo-

Este Acto fue solicitado a Sor Natalia (1901-1992) de las Hermanas del Buen Pastor de Santa María Magdalena de Keeskemet. La Santísima Virgen la favoreció con abundantes locuciones y visiones extraordinarias, durante varios años. Fue una religiosa húngara, nacida cerca de Pozsony (en la actual Eslovaquia), murió en olor de santidad.

lunes, 17 de noviembre de 2025

¿CÓMO NO LLAMARTE CORREDENTORA?



“¡MADRE!
En Nazaret, noche oscura, el ángel te saludó;
tú, Virgen pura y segura, “Hágase” dijiste…
¡Con tu Fiat temblaron los infiernos, y comenzó la Redención!

¿Cómo no llamarte Corredentora, si en tu humilde habitación,
el Verbo eterno del Padre habitó tu corazón?
Tu "sí" abrió puertas cerradas, tu humildad venció al temor;
y en tu vientre bendecido Dios sembró la salvación.

¿Cómo no llamarte Corredentora, si en Belén, pobre rincón,
acunas al Rey del cielo entre paja y resplandor?
No reinabas en palacios, pero reinaba tu amor;
y al mirar su carne tierna ya sufría tu interior.

Tú cooperas ofreciendo tu obediencia y tu humildad;
y en tu Fiat, Virgen pura, Dios derrama su bondad.

¿Cómo no llamarte Corredentora, si en Caná, con discreción,
insinúas al Maestro el milagro de su amor?
“Haced lo que Él os diga”, fue tu voz de intercesión;
y el agua se hizo vino por tu fiel mediación.

¿Cómo no llamarte Corredentora, si en el Calvario, de pie,
tu corazón —firme roca— sufrió al ver morir al Rey?
No sangraste en tu costado, pero ardió tu compasión;
y en su cruz, con Él unida, ofreciste tu dolor.

¿Cómo no llamarte Corredentora, si en rosario y procesión
vas llevando nuestras penas al trono del Redentor?
Madre fiel que no abandona, tesorera de la Pasión,
eres puente hacia la gracia, esperanza del pecador.

¡Madre mía Dolorosa, Madre del Redentor!
¡Viva la Santa Corredentora que nos lleva al Salvador!
¡Y viva Cristo Rey eterno, Rey del cielo y de la Cruz,
que murió por nuestras almas y nos dio la eterna Luz!”.

J.M.

~Canción popular, no es música religiosa para el templo o la liturgia.

sábado, 15 de noviembre de 2025

EL PACTO CON EL DIABLO



(Una historia real, sobre el poder de la oración y la caridad).

   Hallábase el nuevo Cura en el atrio de su iglesia una húmeda y sofocante tarde de mediados de junio.

   Un tufillo a perfume barato le anunció la llegada de una jovencita que se plantó frente al Párroco en actitud provocativa. Sus cabellos rizados formaban marco a un rostro que, no obstante su expresión de precoz malicia, era aniñado e insignificante. Miraban con fijeza insolente aquellos ojos gatunos. Las manos, al entrelazarse con nerviosa insistencia, hacían tintinear las pulseras.

   En esto hablo una voz que sonaba a fastidio y desenfado:

   – ¡Vaya, hombre! Alegre usted esa cara que no he venido a hacer penitencia, ni a nada que tenga que ver con la religión.
   – Pues ¿a qué vienes entonces?
   – Muy sencillo. Le prometí a mi madre confesarme. Ella está esperándome a dos pasos de aquí. Entraré en la iglesia y me quedaré un ratito para que crea que estoy confesándome.
   – Hija mía...
   – Llámeme Ágata– rectificó ella.
   – No estoy preguntando tu nombre –contesto el Cura– pero has de saber que Ágata viene del griego y quiere decir “bueno".
   – ¿De veras? Bueno será el chasco de que me crea buena a mí– apuntó con tanta viveza como descaro la mozuela. 
   – Aquí donde me ve, acabo de salir del Reformatorio, del re-for-ma-to-rio – repitió recalcando cada sílaba, y empezó a vomitar un torrente de palabras obscenas.

   El joven sacerdote comprendió que tal lenguaje no era más que la proyección del desprecio interior que la rebelde criatura sentía por sí misma, y eso le indicó que habia aún esperanza en ella.

   – Mi único deseo era verme fuera del reformatorio – prosiguió ella – Fui a la capilla a pedir a Dios que me sacara de allí, pero, por lo visto, Él andaría muy ocupado para hacerle caso a una muchacha como yo...
   – Tal vez no se lo pediría con fe – interpuso el Cura.
   – Crea usted lo que quiera. Lo cierto es que no me hizo caso. Y entonces, en vez de pedirle a Dios, le pedí al Diablo.

   El sacerdote palideció. Era algo inusitado: por un extravío monstruoso, la fe la apartaba de Dios y la llevaba a Satanás...

   – Pero el Diablo no sirve de balde...insinuó para sondear a su interlocutora.

   – Ya lo sé. Ni el Diablo ni nadie, inclusive los Curas... Pero le prometí hacer nueve comuniones sacrílegas si me sacaba del reformatorio. Y empecé a hacerlas. Recibí la Hostia y maldecía para mis adentros a Dios y a toda la corte celestial. A la octava comunión me soltaron. ¿Qué dice a esto Señor Cura?

   El sacerdote permaneció  un momento en silencio y luego dijo:

   – Digo que Satanás ha hecho un magnífico negocio. A cambio de esto, que tú consideras tu libertad, le diste el alma.
   – No se ponga usted trágico, hombre, que no es para tanto…
    – Tienes razón; será Satanás el que salga burlado. Bendito sea Dios. Tu alma no le pertenece todavía al Demonio Ágata: aún puedes salvarla.
   – ¿De dónde saca usted eso? – gritó la mozuela casi llorando de rabia.
   – De lo que tú misma has dicho. ¿Por qué has venido a esta iglesia? ¿No ha sido por complacer a tu mamá? Esto es una prueba que a pesar de todo, la quieres mucho. Y el alma capaz de un afecto puro no está irremediablemente perdida. Ven; pediremos a Dios que te perdone y todo lo que me has contado se desvanecerá como una pesadilla. Presa de violentas y encontradas emociones. Ágata respiraba anhelosamente.

   – Me voy  – dijo al cabo con voz jadeante – Usted no me embauca a mí.
   – Entra en la iglesia, y reza Ágata –  suplicó el sacerdote. Y cuando ella, sin decir palabra, le dio la espalda, añadió: – volverás, hija... Volverás esta misma noche.

   Como única respuesta percibió el taconeo de Ágata que se perdía en la calle.

   Perplejo y meditabundo por aquel caso, se sentó en el confesionario, y decidió echar mano de dos armas, las más eficaces en semejantes casos: la oración y la caridad. Oía confesiones y escuchaba cuitas. Y a todos, después de imponer la penitencia les decía: – “Voy a pedirle que me ayude a implorar una gracia especial de Nuestro Señor. ¿Quiere quedarse en la iglesia una hora rezando por un alma que lo necesita mucho?

  Ninguno se negó. Un hombre que debía salir de viaje, lo aplazó. Otros que tenían compromisos los pospusieron. Pronto habia en la Iglesia un grupo numeroso de gente que oraba por aquella alma desconocida. El sacerdote se adelantó hacia el presbiterio y allí comenzó a orar: – “Padre Nuestro...”. 

   Rezó hora tras hora. Sobrevino la noche; el último toque de las campanas descendía de la torre; se apagaban los ruidos de la calle. Quedó sola la Iglesia, y en ella el sacerdote siempre de rodillas... Y la puerta abierta. Era ya pasada la media noche, cuando resonó en el pavimento el repiqueteo nervioso de unos tacones. Cuando la recién llegada se arrodilló a unos pasos de él, continuó inmóvil, sin apartar los ojos del altar por un solo instante. Pero llegaron a sus oídos los sollozos de la arrepentida. 

   – Si  no la espero – dijo después el párroco – puede que, al encontrar cerrada la Iglesia, no hubiera vuelto nunca. 

   Ágata fue desde entonces una mujer ejemplar.

   Así termina el relato del sacerdote que más tarde fue Monseñor Fulton Sheen, profesor de la Universidad de Washington. 

Padre Lauro López Beltrán

Tomado de Integridad Mexicana Nov-Dic, 2001.

jueves, 13 de noviembre de 2025

PARA OBTENER LA PRESERVACIÓN DE LA INOCENCIA DE LOS NIÑOS Y SU PERSEVERANCIA PERPETUA EN EL BIEN



Padre de familia: ¡Preserva la inocencia de tus hijos, cuida su acceso a la red de internet! Emplea claves de entrada, supervísalos durante su uso y pon programas que filtren (solo relativamente) la pornografía. Por ello la PC debe estar siempre a la vista para poder supervisar su empleo.

 ¡Cuidado con los teléfonos móviles con internet! Existen móviles con línea telefónica sin acceso a internet.

Cuántos padres tienen mil cuidados en cuanto a la integridad física de sus hijos, cuidan la puerta del frente pero descuidan la integridad moral de ellos al permitirles un uso indiscriminado del internet sin supervisión, tienen el Enemigo en casa y no lo advierten. Lo han dejado entrar por la puerta trasera y ahora reina en su casa y han permitido que también sus hijos -incluso desde los cinco años- lo traigan en la bolsa, en su teléfono celular con acceso a internet. Estos peligros muchos padres no los adviertan. Y si llegan a darse cuenta, muchas veces ya es muy tarde.

PRINCIPALES RIESGOS:

-Pornografía.
-Sexting.
-Sitios contrarios al catolicismo que hacen dudar o hasta perder la fe.
-Sitios con ideologías políticas disolventes o sectas peligrosas que atrapan a sus lectores.
-Contactar con depredadores sexuales que los engañan diciendo que son de su misma edad.
-Amistades peligrosas que los pueden inducir a drogas o comportamientos indebidos.
-Cyberbullying (activo o pasivo).
-Etc.

No olvidemos que un niño o un adolescente está poco preparado aún para enfrentar estos peligros.

ORACIÓN (MUY RECOMENDABLE):

Virgen Santísima, llena de gracia, Tú que siempre has sido agradable en la presencia de Dios, dígnate bajar tus ojos llenos de dulzura hacia los hijos de los hombres de los cuales la Sabiduría Eterna ha dicho encontrar sus delicias en el hacer de ellos su morada. Mirad no obstante, más especialmente, la edad tierna, que está expuesta hoy más de lo que nunca antes fue, a las asechanzas del mundo. El dragón apocalíptico no quiere dejar sobrevivir nada en el mundo de lo que todavía lleva o pudiera llevar el nombre de Dios y quisiera corromper la inocencia, la espontaneidad y la generosidad de las almas infantiles a fin de volver estéril en ellas para siempre toda inclinación hacia Dios.

Tú que siempre has mostrado una predilección tan singular por los niños, no permitas que el torrente de iniquidad y de impiedad que hoy inunda la tierra vaya a corromper de manera irreparable las tan excelentes disposiciones de sus almas. Acuérdate que ellos son tu herencia, entre todas la más amada, y que en el Calvario en unión con tu  Divino Hijo, te han costado un precio muy alto.

Que tu Corazón Inmaculado se digne recibirlos bajo su misericordioso patrocinio; los confirme en su inocencia y sobre todo en la gracia de la verdadera humildad; que Él se vuelva su refugio y providencia; les obtenga las divinas gracias, especialmente la de fidelidad a la Verdad Divina y haga siempre que, a imagen suya, el fuego que Él encienda en sus corazones no se apague ni se manche nunca jamás. 
Amén.

Nuestra Señora de Guadalupe: ¡Preserva a los niños! ¡Santifica a los niños! ¡Salva a los niños!
San José protector de la Sagrada Familia: ¡Protege a los niños!
San Miguel Arcángel, jefe de la Milicia Celestial: ¡Defiende a los niños!
San Juan Bautista: ¡Ilumina a los niños!.

-Propaga esta urgente oración-

"¡Ay de aquel que escandalizare a alguno de mis pequeñuelos, más le valdría atarse al cuello una rueda de molino y arrojarse al mar!": N.S. Jesucristo.

EL PUDOR ES UNA GRAN VIRTUD PARA HOMBRES Y MUJERES


«El pudor advierte el peligro inminente, impide exponerse a él e impone la fuga en determinadas ocasiones. El pudor no gusta de palabras torpes y vulgares, y detesta toda conducta inmodesta, aun la más leve; evita con todo cuidado la familiaridad sospechosa con personas de otro sexo, porque llena plenamente el alma de un profundo respeto hacia el cuerpo que es miembro de Cristo (cf. 1 Cor 6:15) y templo del Espíritu Santo».

 S. S. Pío XII, Encíclica "Sacra virginitas".



miércoles, 12 de noviembre de 2025

¡¡¡CUIDADO!!!



"No encuentro otro medio más poderoso para atraer sobre nosotros el Reino de Dios, la Sabiduría, que unir a la oración vocal la oración mental, rezando el Santo Rosario y meditando sus misterios". San Luis María Griñón de Montfort.

El Padre Pío tenía Rosarios en todas partes, bajo la almohada, en la mesilla de noche, en los bolsillos, dondequiera... Era el religioso del rosario. Consideraba el Rosario como su arma predilecta contra toda clase de enemigos. En alguna ocasión llegó a afirmar: “ Quisiera que los días tuvieran 48 horas para poder redoblar los rosarios. Cuando le preguntaban por su herencia espiritual no dudaba en afirmar que era el Rosario: “¡Amad a la Virgen y hacedla amar. Recitad siempre el Rosario!”.

"Entre las devociones aprobadas por la Iglesia ninguna más dulce ni más eficaz que el Santísimo Rosario". San Antonio María Claret.

"Con el Rosario, los enfermos recobrarán la salud o no morirán sin los sacramentos". San Francisco Javier.

"El Rosario es la salvación de los fieles". Papa Clemente VIII.

"El Rosario aplaca la justa indignación de Dios". Papa Gregorio XIV.

"El Rosario es una parte y forma de oración, bellísima acomodada a nuestros tiempos, fácil de practicar y muy fructuosa". Papa León XIII.

"El Rosario invita a nuestros dedos, a nuestros labios y a nuestro corazón a entonar una gran sinfonía de súplica y oración, y por estos motivos es la plegaria más grandiosa que jamás haya compuesto el hombre. El Rosario es un sitio de encuentro de los no instruidos y de los sabios; es la escuela donde el amor sencillo se acrecienta en conocimientos y donde los sabios aumentan su amor". Monseñor Fulton J. Sheen. 

"Si nos dieran un programa más difícil de salvación, muchas almas que se condenarán tendrían el pretexto de que no pudieron realizar dicho programa. Pero ahora el programa es brevísimo y fácil: rezar el Santo Rosario. Con el Rosario practicaremos los Santos Mandamientos, aprovecharemos la frecuencia de los Sacramentos, procuraremos cumplir perfectamente nuestros deberes de estado y hacer lo que Dios quiere de cada uno de nosotros". Sor Lucía de Fátima.

Rezar el Rosario es revivir con María los mayores sucesos de la Historia. Cuando lo rezamos nos dirigimos precisamente a Dios Padre que nos ha dado a su hijo Jesucristo, pero lo hacemos poniendo de intermediaria a la Virgen Madre de Dios. El Rosario es una cadena misteriosa formada con eslabones de confianza que nos une indisolublemente al corazón de la Madre de Dios y de los Hombres. Amemos a Nuestro Amado Señor Jesús recordando y meditando su vida en cada Misterio, rezando la oración que Él mismo nos enseñó con el Padre Nuestro, saludando a Nuestra Madre Bendita con cada Ave María, y Glorificando a Nuestro Dios en cada Gloria. En el Rosario se nos hacen visibles las huellas de Jesús en el mundo... hacia el Padre conduce este camino. De perla en perla, de decena en decena, recorremos nosotros los caminos de Jesús. A través de los misterios de su niñez, a través de las estaciones de su pasión redentora, podemos nosotros, con María, caminar hacia su plenitud y glorificación. Sus caminos se convierten en nuestros caminos. Unámonos en oración por Amor a Jesús.