sábado, 19 de julio de 2025

DIEZ PRINCIPIOS PARA DEFENDER LA PALABRA DE DIOS EN EL MUNDO



En la densa niebla de la desinformación y la perversión del lenguaje, donde cada vocablo puede tornarse filo o veneno, la fe católica se erige como faro y baluarte inamovible. Este decálogo no es solo norma: es estandarte, armadura y cruzada de lucidez. Es un llamado urgente al alma fiel para que resguarde, como centinela en la noche, la pureza de la palabra y la claridad del pensamiento, anclando su vida en la sabiduría inmarcesible de la Iglesia. Porque el combate por la palabra es, en su esencia más profunda, un combate espiritual por el destino del hombre.


1. Reconoce el lenguaje como tu preciosa participación en el Verbo Encarnado.
No olvides que cada palabra tuya, pronunciada o callada, posee peso de eternidad, pues el hombre habla porque es imagen viviente del Dios que habla. Toda palabra verdadera resuena, aunque el mundo la olvide, como eco del Logos eterno (Jn 1,1). Enseña Santo Tomás: “El lenguaje humano, reflejo de la luz de la inteligencia creada, participa de la luz increada” (De Veritate).

2. Subordina siempre la palabra a la realidad, jamás al poder ni a la voluntad.
Que tu lengua no doblegue la realidad al capricho del hombre ni a la imposición de los poderosos. La verdad es la correspondencia fiel entre lo que dices y lo que es; no cedas ante redefiniciones arbitrarias, ni aunque provengan de costumbres antiguas o de autoridades temporales. “La verdad consiste en la adecuación del intelecto a la realidad” (STh I, q.16).

3. Rechaza con vehemencia la ambigüedad y la manipulación ideológica.
No toleres en tu boca palabras dobles ni equívocas, pues la confusión es madre de la discordia y raíz de toda ruina. Guarda celo por la precisión de la doctrina y la integridad de tus expresiones, como enseñó León XIII: “El error se propaga con más facilidad por la ambigüedad de los términos que por la falsedad de los conceptos.”

4. Desconfía radicalmente del sentimentalismo y del subjetivismo.
No es la verdad lo que complace, conmueve o seduce, sino solo lo que corresponde al ser. Que la opinión personal no eclipse jamás el juicio objetivo de la inteligencia. “El conocimiento es verdadero en cuanto es conforme con el objeto conocido” (Santo Tomás).

5. Resiste activamente el lenguaje programado por la técnica y los algoritmos.
No permitas que tu pensamiento sea pastoreado por la tiranía de la inmediatez digital. Mantente libre ante el flujo mecánico de palabras que la técnica produce y disemina. “La técnica es servidora del hombre, no su dueña” (Pío XII, Miranda Prorsus).

6. Custodia celosamente la lengua materna y la tradición litúrgica.
Defiende la lengua que heredaste de tus padres y la oración que la Iglesia recita desde los siglos. La familia y la liturgia tradicional son baluartes donde la palabra se mantiene pura y fecunda: “lex orandi, lex credendi” (Pío XII). No dejes que el deterioro del lenguaje profane la oración ni desfigure la alabanza.

7. No cedas bajo ninguna circunstancia al lenguaje ideológico ni a los eufemismos del mundo.
No entregues tus palabras a la ingeniería social, ni permitas que el “lenguaje inclusivo” o los eufemismos enmascaren la realidad. Recuerda: “Quien controla las palabras, controla las conciencias” (Marcel de Corte). Sé firme, fiel, inamovible en la gramática y en el sentido perenne de los términos.

8. Prefiere el silencio contemplativo y la lectura de los santos al ruido y al espectáculo.
Solo el silencio fecunda la palabra auténtica; solo la oración profunda prepara la mente para la verdad. Rechaza el ruido y la superficialidad del mundo, y haz de la lectura de los santos y doctores tu escuela de pureza verbal. “La meditación es la madre de la verdad” (Santo Tomás).

9. Educa y corrige en la verdad, con inquebrantable caridad, pero sin concesión al error.
Asume tu deber de formar y corregir, especialmente a los jóvenes, sin titubear ni adular. Hazlo con caridad firme, sabiendo que “nada hay más cruel que dejar al error sin refutar” (León XIII).

10. Haz de tu vida un vibrante testimonio de la Palabra Encarnada.
Que la verdad resplandezca en cada palabra tuya y la caridad se haga carne en tu vida. Vive de modo que tu “sí” sea sí, y tu “no” sea no (Mt 5,37). Sé, ante el mundo, señal viva de la fidelidad al Verbo. “La caridad no puede existir sin verdad” (Castellano).


Que este decálogo sea tu brújula inquebrantable en la noble tarea de defender la verdad y la integridad de la palabra, para la mayor gloria de Dios y el verdadero bien de la humanidad. Recuerda siempre: la batalla por el lenguaje es, en su esencia más profunda, la batalla por el alma misma del hombre. Solo anclados firmemente en la Verdad que es Cristo —el Verbo Encarnado— podremos restaurar la palabra a su dignidad original y, con ella, forjar una civilización que glorifique a Dios.

OMO

viernes, 18 de julio de 2025

UN EXCELENTE CONSEJO: PRACTICA DIARIAMENTE LA DEVOCIÓN DE LAS TRES AVEMARÍAS



¿En qué consiste la devoción de las tres Avemarías?

En rezar tres veces el Avemaría a la Santísima Virgen, Madre de Dios y Señora nuestra, bien para honrarla o bien para alcanzar algún favor por su mediación.

¿Cuál es el fin de esta devoción?

Honrar los tres principales atributos de María Santísima, que son:
1.- El poder que le otorgó Dios Padre por ser su Hija predilecta.
2.- La sabiduría con que la adornó Dios Hijo, al elegirla como su Madre.
3.- La misericordia con que la llenó Dios Espíritu Santo, al escogerla por su inmaculada Esposa.
De ahí viene que sean tres las Avemarías a rezar y no otro número diferente.

¿Cuál es la forma de rezar las tres Avemarías?

"María Madre mía, líbrame de caer en pecado mortal.

1. Por el poder que te concedió el Padre Eterno

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

2. Por la sabiduría que te concedió el Hijo.

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

3. Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los
siglos de los siglos. Amén!"

¿Cuál es el origen de la devoción de las tres Avemarías?

Santa Matilde, religiosa benedictina, suplicó a la Santísima Virgen que la asistiera en la hora de la muerte. La Virgen María le dijo lo siguiente: "Sí que lo haré; pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres Avemarías. La primera, pidiendo que así como Dios Padre me encumbró a un trono de gloria sin igual, haciéndome la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también yo te asista en la tierra para fortificarte y apartar de ti toda potestad enemiga. Por la segunda Avemaría me pedirás que así como el Hijo de Dios me llenó de sabiduría, en tal extremo que tengo más conocimiento de la Santísima Trinidad que todos los Santos, así te asista yo en el trance de la muerte para llenar tu alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas del error e ignorancia. Por la tercera, pedirás que así como el Espíritu Santo me ha llenado de las dulzuras de su amor, y me ha hecho tan amable que después de Dios soy la más dulce y misericordiosa, así yo te asista en la muerte llenando tu alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para ti en delicias."

Y esta promesa se extendió en beneficio de todos cuantos ponen en práctica ese rezo diario de las tres Avemarías.

¿Cuáles son las promesas de la Virgen a quienes rezasen diariamente las tres avemarías?

Nuestra Señora prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte, presentándose en esa hora final con el brillo de una belleza tal que con sólo verla la consolaría y le transmitiría las alegrías del Cielo.

María renueva su promesa de protección:

Cuando Sor María Villani, religiosa dominica (siglo XVI), rezaba un día las tres Avemarías, oyó de labios de la Virgen estas estimulantes palabras:

"No sólo alcanzarás las gracias que me pides, sino que en la vida y en la muerte prometo ser especial protectora tuya y de cuantos como tú PRACTIQUEN ESTA DEVOCIÓN"

También dijo la Santísima Virgen: “La devoción de las tres Avemarías siempre me fue muy grata... No dejéis de rezarlas y de hacerlas rezar cuanto podáis. Cada día tendréis pruebas de su eficacia...”

Fue la misma Santísima Virgen la que dijo a Santa Gertrudis que "quien la venerase en su relación con la Beatísima Trinidad, experimentaría el poder que le ha comunicado la Omnipotencia del Padre como Madre de Dios; admiraría los ingeniosos medios que le inspira la sabiduría del Hijo para la salvación de los hombres, y contemplaría la ardiente caridad encendida en su corazón por el Espíritu Santo".

Refiriéndose a todo aquel que la haya invocado diariamente conmemorando el poder, la sabiduría y el amor que le fueron comunicados por la Augusta Trinidad, dijo María a Santa Gertrudis que, "a la hora de su muerte me mostraré a él con el brillo de una belleza tan grande, que mi vista le consolará y le comunicará las alegrías celestiales".

¿Cuál es el fundamento de esta devoción?

La afirmación católica de que la Santísima Virgen poseyó, en el más alto grado posible a una criatura, los atributos de poder, sabiduría y misericordia.

Esto es lo que enseña la Iglesia al invocar a María como Virgen Poderosa, Madre de Misericordia y Trono de Sabiduría.

miércoles, 16 de julio de 2025

EL ESCAPULARIO Y EL DÍA DE LA VIRGEN DEL CARMEN (16 DE JULIO)






 EL ESCAPULARIO DEL CARMEN

A. HISTORIA Y PRIVILEGIOS

1. Promesa de salvación:

Quien muera con el escapulario, se salvará.

San Simón Stock fue el sexto superior general de la Orden religiosa Carmelita durante los años 1245-1265. Ante serias dificultades de la Orden, San Simón suplica diariamente la protección de María. Su oración fue escuchada, y "se le apareció la Bienaventurada Virgen, acompañada de una multitud de Ángeles, llevando en sus benditas manos el escapulario de la Orden y diciendo estas palabras: Éste será privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriere con él, no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará." (Catálogo de Santos de la Orden

Otra redacción también muy antigua dice así: "San Simón, inglés, hombre de gran santidad y devoción, en su oración suplicaba continuamente a la Virgen que favoreciera a su Orden con algún privilegio singular. La Virgen se le apareció teniendo en su mano el Escapulario diciendo: Este es el privilegio para ti y para los tuyos; quien muera llevándolo, será salvo" (Santoral de Bruselas). Es decir, evitará el infierno. Irá al cielo tras un paso por el purgatorio.

La fecha y lugar de la aparición no se conocen con seguridad. Se habla de Londres, el 16 de julio de 1251. Siempre dentro del generalato de San Simón y antes de 1252, pues el 13 de enero de este año el Papa Inocencio IV emite la Bula "Ex parte dilectorum" donde defiende a los carmelitas en este tema.

2. Privilegio sabatino: Y se librará del purgatorio el primer sábado.

Sesenta y dos años después (1314), Nuestra Señora se apareció al Papa Juan XXII, que recogió sus palabras en la Bula "Sacratissimo uti culmine" también llamada Bula sabatina (3.III.1322): "Si entre los religiosos o cofrades de esta orden hubiese algunos que al morir tengan que purgar sus pecados en la cárcel del purgatorio, yo, que soy la Madre de la misericordia, descenderé al purgatorio el primer sábado después de su muerte, y lo libraré para conducirlo al Monte Santo de la Vida Eterna".

3. Indulgencias plenarias.- Quienes llevan el escapulario del Carmen se unen a la familia carmelita y pueden ganar indulgencia plenaria el día en que le imponen el escapulario y los siguientes días (cumpliendo las condiciones habituales, esto es comulgando -naturalmente sin pecado mortal- esa fecha y rezando por las intenciones pontificias, habitualmente un Credo, Padrenuestro, Avemaría y Gloria, así como confesarse ocho días antes o después de la fecha) :

16 de mayo (San Simón Stock).

16 de julio (Virgen del Carmen).

20 de julio (San Elías Profeta).

1 de octubre (Santa Teresa de Lisieux).

15 de octubre (Santa Teresa de Jesús).

14 de noviembre (Todos los Santos Carmelitas).

14 de diciembre (San Juan de la Cruz).


B. CONDICIONES

1. Para la promesa de salvación. Se requiere:

Tener impuesto el escapulario. (Basta hacerlo una sola vez).

Llevarlo puesto. Puede sustituirse por una medalla. (Lo comentaremos). Tanto la medalla como el escapulario deben estar bendecidos al imponerse.

Devoción a María; procurar imitarla; desear ser buenos hijos suyos. El escapulario son dos trocitos de tela que simbolizan una vestimenta. Y quien viste el hábito de María debe vivir como Ella, ejercitando las virtudes cristianas. De modo que el hábito-vestido vaya unido al hábito-virtud.

2. Para el privilegio sabatino. Se precisa, además de lo anterior:

Guardar la castidad propia de su estado. (La confesión recupera la situación perdida).

Rezar el oficio parvo de nuestra Señora. Este rezo puede sustituirse por la abstinencia de carne los miércoles y sábados. También se mencionan otras posibles sustituciones, siempre que sean autorizadas por un sacerdote: el rezo del oficio divino o del Rosario. Para las indulgencias. Se necesitan los requisitos propios de las indulgencias, más las condiciones del escapulario en la promesa de salvación.

4. La medalla.- San Pío X (Santo Oficio, 16.XII.1910) decretó que el escapulario, después de su imposición, puede sustituirse por una medalla de metal que lleve por un lado una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, y por el otro una imagen de la Santísima Virgen (suele ser del Carmen).


C. BENDICIÓN E IMPOSICIÓN

Para la bendición y para la imposición del escapulario hay varias fórmulas. Unas aprobadas para las diferentes ramas del Carmelo, otras de carácter más general


lunes, 14 de julio de 2025

RESTAURAR EL SER



El sentido común y la filosofía como contemplación de la verdad.

Contra el pragmatismo moderno y la apostasía del pensamiento.


I. INTRODUCCIÓN: EL ECLIPSE DEL SER Y LA INTELIGENCIA SIN HORIZONTE

Todo auténtico filosofar nace de una inquietud radical por la verdad del ser. No se trata de una búsqueda arbitraria o subjetiva, sino del acto más noble de la inteligencia humana: recibir lo real tal como es. En efecto, la inteligencia no inventa el mundo, lo contempla. No crea el orden, lo descubre. No fabrica verdades, sino que se ordena humildemente a ellas.

Ahora bien, nuestra época —y esto debe decirse con dolor— ha traicionado esta vocación natural del pensamiento. El extravío contemporáneo no consiste tanto en un error accidental, sino en una verdadera apostasía ontológica: se ha perdido el principio. El abandono del ser como objeto formal de la inteligencia ha provocado una caída en cadena que afecta la gnoseología, la moral, la política, y finalmente, la fe misma.

Este artículo no pretende innovar, sino restaurar. No aspira a descubrir un nuevo sistema, sino a restituir el orden intelectual tradicional, comenzando por aquello que es más universal y a la vez más olvidado: el sentido común, esa primera sabiduría del ser que no es aún filosofía sistemática, pero que ya participa —en germen— de sus exigencias más altas.

En esta empresa, seguimos las huellas seguras de Santo Tomás de Aquino, cuya doctrina no es una escuela entre otras, sino la expresión más completa de la filosofía perenne; y de Reginald Garrigou-Lagrange, quien supo, en Le sens commun, denunciar con claridad la amenaza modernista que corroe la estructura misma de la verdad. A ellos añadimos, como guía didáctica y voz del presente, al filósofo Danilo Castellano, quien ha sabido conservar la luz sin reducirla a pedagogía, y exponer la sabiduría sin diluirla en vulgarización.


II. EL SENTIDO COMÚN COMO PRIMER CONTACTO CON EL SER

En el origen de todo conocimiento humano se encuentra una intuición silenciosa, no fabricada, no argumentada, sino recibida: algo es. Antes de todo juicio, antes de toda deducción, la inteligencia se encuentra con el ser. Y en este primer acto —tan universal como inmediato— se cifra lo que llamamos sentido común.

¿Pero qué es, propiamente, el sentido común? No es la colección de opiniones populares, ni la suma de experiencias útiles. Tampoco es una vaga sensibilidad compartida. El sentido común, en su sentido más elevado, es la capacidad de afirmar sin demostrar lo que no necesita demostración: que el ser es, que el no-ser no es, que lo que es no puede no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido. Aquí no hay ideología ni escuela: hay experiencia primera del real.

Santo Tomás lo expresa con claridad cuando dice que “lo primero que concibe el intelecto, como más conocido y en lo que resuelve todas las demás concepciones, es el ser” (De veritate, q. 1, a. 1). Y Garrigou-Lagrange lo confirma al afirmar que la inteligencia, como el ojo está hecho para la luz, está hecha para el ser. No para la utilidad. No para la acción. Para el ser.

Por ello, el sentido común no es una forma baja de saber, sino su raíz. Una raíz que debe ser protegida, purificada, desarrollada, pero nunca abandonada. Negar el valor del sentido común es negar la posibilidad misma de conocer.


III. LA INTELIGENCIA CREADA PARA LA VERDAD

La filosofía moderna, en su conjunto, ha sustituido la verdad por la función. La inteligencia ya no está hecha para ver, sino para hacer. Esta inversión —no meramente terminológica, sino ontológica— ha producido una profunda distorsión de la naturaleza humana.

Frente a esta deriva, Santo Tomás enseña con toda claridad que la verdad es la conformidad de la inteligencia con la cosa: adaequatio intellectus et rei. Esto implica dos realidades: que hay cosas, y que la inteligencia puede conocerlas como son. Tal concepción presupone una relación natural y objetiva entre el sujeto y el objeto, una relación fundada en el ser.

Garrigou-Lagrange, retomando esta enseñanza, la aplicó con fuerza contra el bergsonismo y el modernismo. Para estos últimos —en especial para Le Roy— la inteligencia no tendría un valor ontológico, sino práctico. No conocería el ser, sino que organizaría la acción. De ahí que incluso los dogmas serían fórmulas simbólicas, cambiantes, útiles para la vida religiosa, pero sin verdad metafísica.

Esta es la raíz del error modernista: la reducción de la verdad a eficacia. Contra esto, Garrigou afirma que el sentido común capta el ser, y por tanto, funda la verdad. Por ello, la filosofía no es una invención, sino una purificación del sentido común. Como decía Castellano: “No se piensa para organizar el mundo, sino para comprenderlo”.

IV. EL PRAGMATISMO Y LA FILOSOFÍA DEL DEVENIR: UNA NEGACIÓN DEL SER

El problema de fondo no es que el hombre moderno no piense, sino que ya no piensa desde el ser. La filosofía del devenir —en sus múltiples versiones: vitalismo, historicismo, existencialismo, hermenéutica— ha reemplazado la estabilidad por la fluidez, el logos por la experiencia, la verdad por la interpretación. Esta sustitución no es una anécdota: es una apostasía.

Bergson, con su intuicionismo dinámico, niega toda inteligibilidad estable de la realidad. Le Roy, discípulo suyo, sostiene que las verdades religiosas no son enunciados sobre el ser divino, sino actitudes útiles, símbolos prácticos. Así, el dogma “Jesucristo es Dios” no significaría que Él es Dios, sino que debemos actuar como si lo fuera. Este es el lenguaje del modernismo condenado por San Pío X en Pascendi y en el Decreto Lamentabili (1907), que Garrigou-Lagrange refutó con precisión en Le sens commun.

El punto neurálgico está en la negación del valor ontológico de la inteligencia. Si el pensamiento no es capaz de conocer el ser, entonces toda verdad queda reducida a funcionalidad. Pero como enseñó Santo Tomás, la inteligencia es por naturaleza una potencia de lo verdadero; y lo verdadero no se mide por su utilidad, sino por su conformidad con lo que es.

Danilo Castellano lo expresa de forma lapidaria: “Cuando la verdad es sustituida por la utilidad, el orden es sustituido por el poder”. El pragmatismo filosófico engendra el voluntarismo político, la tiranía cultural, el nihilismo social.


V. LA FILOSOFÍA COMO DESPLIEGUE DEL SENTIDO COMÚN

Frente a este proceso de disolución, el tomismo se alza no como sistema cerrado, sino como sabiduría realista. Santo Tomás no comienza por el sujeto, ni por la duda, ni por la acción, sino por el ente. Y a partir de ahí, despliega el orden de la creación, de la verdad, de la ley natural, de la moral y del dogma.

La filosofía, en este sentido, no contradice al sentido común, sino que lo desarrolla. Es una explicitación racional de lo que el hombre ya sabe confusamente al vivir en la realidad. El principio de identidad, de no contradicción, de causalidad, de finalidad, están presentes ya en el sentido común, como están en potencia las flores en la semilla.

Garrigou-Lagrange insiste: sin una metafísica del ser, el dogma se hace incomprensible; y sin una base realista, la fe se convierte en sentimiento. La inteligencia no puede sostener los misterios si ha perdido la capacidad de afirmar el ser.

Por eso, todo intento de “actualizar” la fe sin restaurar la metafísica es una ilusión. El dogma no necesita reinterpretarse a la luz de los sistemas modernos: necesita ser comprendido desde el principio que nunca cambia.


VI. VERDAD DOGMÁTICA Y FILOSOFÍA DEL SER

Una de las tesis centrales de 'El sentido común' es que las fórmulas dogmáticas —aun cuando expresan misterios sobrenaturales— conservan su inteligibilidad gracias a los conceptos comunes del ser. Esto no significa que la razón comprenda el misterio, sino que el misterio no contradice la razón.

Para que esto sea posible, es indispensable que las palabras empleadas por la Iglesia —persona, naturaleza, unidad, relación, sustancia— conserven su valor metafísico. Si estos términos son reinterpretados desde el simbolismo, el existencialismo o la dialéctica, el dogma se vuelve irreconocible.

Santo Tomás ya lo previó: si se pierden los principios primeros del conocimiento natural, la fe queda sin fundamento. No se puede creer que Dios es Uno y Trino si ya no se puede afirmar que “algo es” o que “una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo”.

Castellano lo ha dicho con claridad: “Sin verdad natural no hay fe sobrenatural. La ruptura entre razón y fe comienza por la disolución del sentido común.”


VII. EL SER COMO FUNDAMENTO DEL ORDEN MORAL Y POLÍTICO

No se trata solo de un problema de pensamiento: se trata del orden del mundo. El eclipse del ser afecta no solo a la teología, sino a la moral, al derecho, a la política.

La ley natural, enseñaba Santo Tomás, no es una construcción social, sino una participación de la ley eterna en la criatura racional. Esta ley está inscrita en la naturaleza del hombre, y el sentido común es su primer intérprete. Pero si se pierde el sentido común, si la inteligencia ya no puede afirmar lo bueno como lo conforme al ser, entonces el bien moral se reduce a elección, y la justicia a consenso.

El realismo metafísico no es una opción académica, es una necesidad antropológica y social. La restauración del ser es la condición de posibilidad de todo orden justo.


VIII. CONCLUSIÓN: UNA TAREA INTELECTUAL Y ESPIRITUAL

La crisis de nuestro tiempo no es sólo política, ni cultural, ni eclesial: es una crisis del ser. Y por tanto, su solución no será técnica, ni activista, ni dialéctica, sino metafísica.

Restaurar el sentido común —y con él la inteligencia del ser— no es una nostalgia, sino una urgencia. Volver al orden no es retroceder, sino recuperar el fundamento. Y ese fundamento es que algo es, y que lo que es, puede ser conocido y amado.

Como decía Santo Tomás, veritas est prima in mente. La verdad está primero en el alma. Pero esta verdad no se impone por la violencia, ni por la retórica, sino por la evidencia. El alma la reconoce cuando la ve.

Garrigou-Lagrange lo sabía. Danilo Castellano lo ha enseñado. Y nosotros estamos llamados no a inventar algo nuevo, sino a mantener lo eterno. Porque cuando el ser es negado, todo se derrumba; pero cuando se le restituye su lugar, todo encuentra su sentido.

“Satiabor cum apparuerit gloria tua” (Sal. 16, 15)
Me saciaré cuando aparezca tu gloria —cuando vea el ser tal como es.

OMO

viernes, 11 de julio de 2025

EL PRIMER DEBER



“El primer deber  que Cristo señaló a quien, como Nos, tiene confiado desde lo alto el oficio de apacentar la grey del Señor, es custodiar con la mayor vigilancia el depósito de la santa fe que se nos ha entregado; y esto, tanto rechazando las novedades profanas de lenguaje como las contradicciones de una mal llamada ciencia. Y ciertamente que no ha habido época en la que no haya sido necesaria esta vigilancia del Pastor Supremo, pues nunca han faltado, por instigación del enemigo del género humano, hombres que enseñan doctrinas perversas (1), charlatanes de novedades y seductores (2), metidos en el error y que arrastran hacia el error (3). Pero hay que reconocer que, en estos últimos tiempos, el número de los enemigos de la cruz de Cristo ha aumentado enormenente; todos ellos, con técnicas absolutamente nuevas y astutas, se esfuerzan por agostar las energías vitales de la Iglesia y hasta querrían destruir el reino de Cristo, si esto fuera posible. Por eso, no podemos permanecer callados por más tiempo, no vaya a ser que demos la impresión de estar faltando al más sacrosanto de nuestros deberes, y la comprensión que hasta ahora hemos tenido esperando ver una rectificación, sea interpretada como abandono de Nuestro oficio”.

San Pío X, Carta encíclica Pascendi, Introducción.

(1). Hch 20,30.
(2). Tit 1,10.
(3). 2 Tim 3,13.

jueves, 10 de julio de 2025

LOS YERROS EN LOS JUICIOS DEL MUNDO



“A la idolatría del dinero, que endurece los corazones y levanta odios y conflictos, el religioso (o la religiosa), por el voto de pobreza, opone el ejemplo del total desasimiento y despojo voluntario.

Ante el deseo insaciable de placeres que esclavizan, con el voto de castidad pregona que es posible dominar los sentidos, y mueve con su ejemplo a que se sometan los hogares a las sagradas leyes del matrimonio.

Ante el espíritu de independencia y emancipación que sueña con destruir toda autoridad y no quiere reconocer traba alguna, con el voto de obediencia ofrece el ejemplo de sumisión que, lejos de envilecer, ennoblece, puesto que únicamente se rinde ante Dios.

De este modo los religiosos, al vencer con sus votos el materialismo, salvan al mundo, al mismo tiempo que las almas; atraen a los hombres hacia la práctica de las virtudes cristianas: hacen más de lo debido, para que los otros se animen a hacer lo imprescindible, y además, expían por los pecados de las naciones. ¡Cómo yerra el mundo en sus juicios cuando cree que en las casas religiosas, particularmente en los conventos contemplativos, quedan sepultadas tantas vidas sin utilidad para el bien común!”.

Vida religiosa, P. Royo Marín, O. P.

martes, 8 de julio de 2025

LA VERDAD SOBRE LAS LEYES DE REFORMA por José Vasconcelos



7 de julio de 1859. Benito Juárez promulga las leyes de reforma. La otra historia. 

"Se quedó pues, México, a consecuencia de las leyes de Reforma, como el único país oficialmente ateo de la tierra. El único en que el nombre de Dios está proscrito y aun provoca la burla de cierto rufianismo seudo científico, seudo ilustrado. La triste condición de nuestra patria, en lo moral y en lo económico, en su política externa e interna, es un buen ejemplo del resultado de semejante moral desquiciadora. En vez de Dios se nos han querido ofrecer a la adoración pública, mitos de segunda, como la patria que no tiene ningún sentido, si no es concebida como persona moral que sobrevive al tiempo y a las circunstancias materiales, ligándose con los valores eternos del espíritu, que, en todo caso, superan a todas las Patrias.

“Pero no solo se amortizó la propiedad eclesiástica. Por una de esas aberraciones propias de todo fanatismo, y queriendo disimular el aspecto de odio religioso, las leyes de Reforma consumaron la destrucción de todas las personas morales; obligaron a la división de todas las propiedades de comunidad. Las comunidades indígenas que, desde los tiempos de la Colonia, disfrutaban de tierras apartadas para su servicio, fueron obligadas a fraccionar. Así como hoy priva la exigencia teórica de la colectivización, los falsos economistas de la Reforma estaban enamorados de la "individualización". Y creyeron consumar un progreso repartiendo entre los vecinos las tierras de la comunidad. El resultado fue que los vecinos empezaron a vender, y traspasar sus fundos. Y arrojadas las tierras de comunidad al mercado, el más listo se hizo de ellas; el latifundista más inmediato las compro a vil precio y los indios vieron empeorada su suerte. Y resultó que no solo los clérigos mexicanos quedaron proletarizados, sino también los indios. La sabia institución española del ejido, que tan buenos frutos dio durante más de tres siglos, quedo deshecha, en beneficio de un latifundismo que, a partir de la Reforma, comenzó a ser predominantemente extranjero. Y no extranjero español, que eso no es extranjero desde el momento en que los hijos del español se hacen mexicanos. Por extranjero deberemos entender siempre a los nacionales de pueblos que no se funden con el nuestro, no abrazan nuestro destino, lo dominan y lo explotan”.

"Los tesoros de la Iglesia, tesoros artísticos inapreciables, a causa de las confiscaciones impremeditadas, desordenadas y salvajes, han ido a parar a los Museos de Estados Unidos y a las casas de los ricos de Norteamérica. Los tres mejores siglos del arte mexicano han quedado de esta suerte convertidos en ruinas, sin que nada de lo que hoy se hace pueda aspirar al reemplazo de lo destruido."

José Vasconcelos (1882-1959), "Breve Historia de México".